El camino a la felicidad no es recto,
existen curvas llamadas equivocaciones,
semáforos llamados amigos,
luces de precaución llamados familia.
Pero sólo se logra si se tiene una buena llanta de repuesto llamado decisión,
un potente motor llamado amor,
un seguro llamado fe,
suficiente combustible llamado paciencia y,
sobre todo un conductor llamado "DIOS”
Si tenemos a Dios como ese conductor "sabio"... nos será más fácil tomar las decisiones correctas, asumir las penas, problemas, dolores y tristezas (que siempre trae la vida) sin perder la felicidad... pues esta no depende de las cosas externas, sino de la manera como yo las asumo en mi interior, puedo tener un dolor, puedo llorar, pero a pesar de esto ser feliz, pues me se hija de Dios, amada y protegida por El... aún en medio de mis pesares!!!