viernes, 25 de septiembre de 2009

LA PALOMA Y LA HORMIGA.
Cierto día, una paloma que se encontraba bebiendo en un arroyo vio caer al agua a una hormiga. Observó por un instante cómo se agitaba en vano, intentando salvarse.La paloma, que era muy caritativa, dejó de beber y voló hasta la copa de un árbol cercano a la orilla, arrancó con su pico una hoja y la arrojó al agua. De un salto la hormiga se sostuvo y trepó a la hoja.Una vez en tierra firme, la hormiga le dijo:
–Amiga paloma, veo que no te importaron nuestras grandes diferencias a la hora de tenderme una mano. Te lo agradezco muchísimo.
–No es nada. Cualquiera, en mi lugar, hubiera hecho lo mismo –contestó la paloma.
Y así conversaban animadamente.Mientras, un cazador que pasaba por ahí divisó a la paloma. Imaginaba que sería un magnífico ejemplar para su colección y preparó su ballesta para cazarla.
En ese preciso momento, la paloma le hablaba a la hormiga acerca de los valles y montañas que podrían visitar juntas al llegar el verano.
–Me encantaría, pero mis patas son cortas y no puedo ir muy lejos. Además, debo guardar provisiones para el invierno.
–¡Pero jamás pensé que me acompañarías por tierra! –respondió la paloma. Yo te llevaré entre las plumas de mis alas. Trabajarás en la mañana y podremos pasear al caer la tarde.
En ese momento, la hormiga oyó unos pasos y alcanzó a ver la sombra de una ballesta.Pensó entonces que su amiga, ahora estaba en grave peligro. Debía actuar rápidamente.
Con valentía, tomó aliento y no se detuvo, sino que caminó en dirección de los pasos.Cuando lo encontró, el cazador se aprestaba a disparar. Entonces, con todas sus fuerzas picó al cazador en el talón.
El hombre, al sentir la picadura soltó el arma y bajó la cabeza para mirar su pie.La paloma, que se dio cuenta de lo que sucedía, voló alto y logró escapar.
Cuando llegó la noche, la paloma se acercó a la hormiga y le agradeció con estas palabras:
–Amiga hormiga, veo que no te importaron nuestras grandes diferencias a la hora de tenderme una mano. Te lo agradezco muchísimo.
–No es nada. Cualquiera, en mi lugar, hubiera hecho lo mismo –contestó la hormiga.
Las dos rieron y, desde ese día, la paloma y la hormiga se hicieron inseparables amigas.JEAN DE LA FONTAINE


¡Qué hermosa es la amistad! por eso debemos cuidar a nuestros amigos, tratándolos con cariño y respeto.
¿Cómo podría continuar esta historia?...

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